domingo, 14 de abril de 2013

Viejo, mi querido viejo...

Cuando alguien que quieres se va de este mundo, tienes que reponerte lo mas rápido posible para poder  seguir adelante y  adaptarte a ese cambio. Por eso, cada persona tiene su manera de curarse cuando sufren está pérdida. Algunos lo hacen bebiendo otros cantando, enfadándose, riendo, llorando, viajando con amigos y hablando con ellos, corriendo una maratón … y algunos intentan ignorar el dolor... Mi forma de curarme es escribir, como ahora, como cuando Maga partió, vuelvo a sentarme frente al teclado e intento desahogarme  sacar fuera este resentimiento  este coraje conmigo misma, por que ni siquiera puedo estar enojada con el mundo con Dios, por que se que la vida es así,  a veces no existen palabras, no existen explicaciones, simplemente las cosas suceden...
Creo que la palabra GRACIAS, se queda corta para mi viejito querido, fue el hombre que vi como padre durante gran parte de mi niñez, y mi juventud, quien me enseño a montar bici, quien me llevo a la escuela incontables veces, y el que me enseño a respetar y a admirar a los carpinteros  taxistas y vendedores ambulantes, ya que el todas las mañanas desde que había llegado de la costa se levantaba muy temprano y salí a buscar algún trabajillo como el lo decía.
Fue quien me explico con mucha determinación que yo no podía jugar igual que mis compañeros, que ellos podían correr, saltar, pero yo por cosas que mas adelante entendería tenia que aprender otras cosas, que la vida tenia retos diferentes para mi, y que si me quedaba lamentándome de mi situación lo único que iba a conseguir era compadecerme de mi.
Años después  cuando yo ya iba a la universidad me curaste las heridas del alma y por que no decirlo hoy curaste todas las heridas que siempre dije que eran de una caída, pero en realidad eran  el resultado de lo que yo llamo los diablos azules que provoca el alcohol, que lastimosamente me alcanzo a mi y que tu siempre con tus medicina alternativa intentabas curar y disimular porque me decías su futura ingeniera no podía dejar que la gente la vea así. Gracias por darme esas pomadas que amortiguan el dolor, gracias por repetirme una y otra vez que soy una muchacha bella y bonita, que lo que dijo mi padre aquella noche fueron solo palabras soltadas al viento, y que realmente era una jovencita hermosa, gracias por esas llamadas cada vez que lograba algún mérito importante, gracias por todo...
Ahora tengo que decirte adiós, por que se que el mejor regalo que le puedo dar a alguien que a muerto es olvidarlo...

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