martes, 3 de enero de 2012

Valses de Blanca Valera

"No sé si te amo o te aborrezco
como si hubieras muerto antes de tiempo
o estuvieras naciendo poco a poco
penosamente de la nada siempre.

Porque es terrible comenzar nombrándote
desde el principio ciego de las cosas
con colores con letras y con aire.

Violeta rojo azul amarillo naranja
melancólicamente
esperanzadamente
absurdamente
eternamente.

"Vienes entonces desde mis entrañas
como un negro dulcísimo resplandor
así de golpe.
Un río de colores entre sombras
sombras que me deslumbran
colores que me ciegan
criaturas del alma.

Naces como una mancha voraz en mi pecho
como un trino en el cielo
como un camino desconocido.

Mas luego retrocedes te agazapas
y saltas al vacío
y me dejas al filo del océano
sin sirenas en torno
nada más que el inmundo el bellísimo azul
el inclemente azul
el deseo.

Ve lo que has hecho de mí,
la santa más pobre del museo, la de la última sala,
junto a las letrinas,
la de la herida negra como un ojo bajo el seno izquierdo.

Ve lo que has hecho de mí,
la madre que devora a sus crías,
la que se traga sus lágrimas y engorda,
la que debe abortar en cada luna,
la que sangra todos los días del año.

Así te he visto,
vertiendo plomo derretido en las orejas inocentes,
castrando bueyes,
arrastrando tu azucena,
tu inmaculado miembro, en la sangre de los mataderos.

Disfrazado de mago proxeneta en la plaza de la Bastilla
Jules te llamabas ese día y tus besos hedían a fósforo y cebolla.
De general en Bolivia, de tanquista en Vietnam,
de eunuco en la puerta de los burdeles de la plaza México.
Formidable pelele frente al tablero de control;
grandechef de la desgracia revolviendo catástrofes
en la inmensa marmita celeste.

Ve lo que has hecho de mí.
Aquí estoy por tu mano en esta ineludible cámara de tortura,
guiándome con sangre y con gemidos,
ciega por obra y gracia de tu divina baba.

Mira mi piel de santa envejecida al paso de tu aliento,
mira el tambor estéril de mi vientre que sólo conoce el ritmo de la angustia,
el golpe sordo de tu vientre que hace silbar al prisionero,
al feto, a la mentira.

Escucha la trompeta de tu reino.
Noé naufraga cada mañana,
todo mar es terrible, todo sol es de hielo,
todo cielo es de piedra.

¿Qué más quieres de mí?
Quieres que ciega,
irremediablemente a oscuras deje de ser el alacrán en su nido,
la tortuga desollada,
el árbol bajo el hacha, la serpiente sin piel,
el que vende a su madre con el primer vagido,
el que sólo es espalda y jamás frente, el que siempre tropieza,
el que nace de rodillas, el viperino,
el potroso, el que enterró sus piernas y está vivo,
el dueño de la otra mejilla,
el que no sabe amar como a sí mismo porque siempre está solo.

Ve lo que has hecho de mí.
Predestinado estiércol,
cieno de ojos vaciados.
Tu imagen en el espejo de la feria me habla de una terrible semejanza.

Hoy prisionera en tu vértigo gris dentro de ti
no sé si te amo o si aborrezco
el rosa exangüe de tu carne
tu degollado resplandor
el río de ojos muertos que jamás te posee
su polvorienta melodía de guijarros
el verano de frutas corrompidas
tus llagas sin cubrir
el negro milagro de tu frente
hinchada de vacío.